La tradición de la mona viene concatenada con la de los rituales del Domingo de Ramos.
Fotógrafo: Perfecto Arjones - Fuente: Archivo Municipal - Fecha: 1970.
D iferencias gastronómicas aparte entre catalanes y valencianos, la tradición se ha venido repitiendo, como un ritual simultáneo y casi sincronizado que mueve a miles de familias, año a año, por estas fechas, en la Comunidad Valenciana y en Cataluña, como un eslabón cultural que une a estos pueblos hermanos, como si de un ritual heredado se tratara, y lo repitiéramos año tras año, evocando lo aprendido de pequeños y transmitiéndolo a las nuevas generaciones.
Los mismos preparativos costumbristas, idéntica alegría y el disfrute del contacto con la naturaleza son los invariables conocidos de cada pueblo o ciudad. Los grupos de jóvenes que quedan para hacer sus primeras escapadas siempre guardan los recuerdos de estos días como un tesoro muy especial.
La tradición indica que son los padrinos los que regalan la mona a sus ahijados el Domingo de Pascua después de misa, y a continuación la familia y los amigos se dirigen al campo para disfrutar de una comida en la naturaleza, siendo este el "Día de mona".
Seguro que a muchos os trae buenos recuerdos de cuando de pequeños por estas fechas os acercábais con la familia y los amigos a pasar un día de campo, disfrutando de los primeros días de buen tiempo y sol bajo la sombra de los árboles, volando las típicas cometas o catxirulos. Tras la comida (acompañada de la siempre deliciosa longaniza de Pascua), para merendar, os tomábais "la mona" (sola o acompañada de unas onzas de chocolate), con la tradición añadida de "esclafar" el huevo cocido en la frente de alguien después de la correspondiente persecución hasta agarrarle.
Después, todo tipo de juegos populares amenizaban la tarde de los más jóvenes, ritual que iba siempre acompañado de los mismos ingredientes: mona, cassoleta y guisadet.
Sirva este recuerdo gastronómico, para abrir boca y que con el sabor recordado afloren los recuerdos de aquellos soleados días de excursiones al campo en cualquier monte o parque tranquilo de la provincia, a modo de anticipo del verano, donde años atrás, muchos cogieron de la mano a su primer amor, se escaparon por primera vez al campo con los amigos sin sus padres, o simplemente, pasaron días geniales de juegos y risas.
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