La provincia de Alicante es muy rica en productos autóctonos, algunos de ellos con Denominación de Origen, como el vino, la uva de mesa del Vinalopó, el níspero de Callosa d’Ensarriá, etc. También es un enclave muy importante en la fabricación de embutidos propios, especialmente en las zonas del interior, como Pinoso o Villena, por poner sólo dos ejemplos. Lo que quizás no sabe tanta gente es que en una pequeña localidad de La Marina Baixa, Tárbena, se produce una sobrasada autóctona, conocida como Marina o Marineta, que proviene de manera directa de Mallorca, isla en la que este riquísimo embutido echó raíces tras nacer en Sicilia y crecer en Valencia.
La historia se remonta a un hecho que cambió la cultura y las tradiciones en muchas localidades de la provincia y del conjunto del país: la expulsión de los moriscos a principios del siglo XVII. La salida de los musulmanes que un siglo antes se habían convertido al cristianismo provocó que numerosos pueblos se quedaran prácticamente deshabitados. En el Reino de Valencia los moriscos suponían un tercio de la población y eran muchas las localidades en que este porcentaje era mucho mayor.
La expulsión de los moriscos obligó a muchos nobles a incentivar la llegada de cristianos de otras zonas en las que el comercio y la agricultura no eran tan productivas. De esta manera, la llegada masiva de habitantes de provincias relativamente próximas provocó un cambio radical en la cultura y tradición autóctonas. Muchas localidades en las que se hablaba valenciano pasaron a ser castellanas por la llegada de gentes de Castilla y otras, en cambio, vieron reforzado el uso del idioma propio por la llegada de ciudadanos de zonas catalanoparlantes.Tárbena.
Fue el caso de Tárbena, un precioso municipio de montaña situado en el límite entre las dos Marinas y que linda con localidades como Callosa d’Ensarriá, Parcent, Xalò, Benitxembla, Bolulla y Alcalalí. Es decir, con algunos de los pueblos más bonitos del interior de la provincia. La salida de los moriscos dejó los cultivos de la zona sin mano de obra y totalmente abandonados, como en otras comarcas, pero en Tárbena recurrieron a la isla de Mallorca para recuperar la actividad.
Fue la baronesa de Tárbena, Catalina de Montcada y Bou, quien promovió la llegada de habitantes mallorquines. En varias tandas fueron llegando más de 70 personas, familias enteras de ‘pagesos’ que llegaron desde localidades como Santa Margalida, Manacor y Artà, cercanas a la sierra de Tramuntana, y se establecieron en el municipio, de una orografía muy similar a la de su lugar de procedencia. Estas familias trajeron consigo su cultura, principalmente el uso del mallorquín como lengua propia, y sus costumbres gastronómicas, fundamentalmente la producción de sobrasada, que de esta manera hacía un viaje de ida y vuelta.
A diferencia de localidades de otras comarcas, cuyos habitantes intentaron borrar las huellas de su pasado balear para evitar discriminaciones por parte de los cristianos viejos, los tarbeneros o tarbeníes mantuvieron los rasgos mallorquines en sus señas de identidad. Son muchos los vecinos de Tárbena que presumen de sus apellidos mallorquines -Llodrá, Muntaner, Monjó…-, mantienen el acento balear y siguen produciendo una sobrasada que con el paso de los años se ha convertido en un auténtico manjar.
A quienes les guste este fantástico embutido no tienen que ir a las Baleares, basta con acercarse a Tárbena o a cualquier de los municipios de la comarca para comprar un producto que se caracteriza por su suavidad y al que los productores locales han dado un toque personal al incorporar la miel en su receta. Además, la mayoría de los restaurantes y bares de la zona cuentan en su oferta gastronómica con la sobrasada como uno de sus principales atractivos. Cas Tarbeners, que incluso ofrece una amplia carta de vinos mallorquines, o el mítico Ca Pinet, son algunos establecimientos en los que se puede disfrutar de la sobrasada y de otros embutidos, como la butifarra, el blanquet o la morcilla de cebolla, y de platos tradicionales como el arroz con alubias y nabos (arròs amb fesols y naps), diferentes tipos de minxos y cocas, y platos de cuchara como el potaje o el puchero.
Sobrasada Marineta La Pepica.
La sobrasada de Tárbena, y por extensión de otros municipios del norte de la provincia de Alicante, destaca, como decíamos, por su suavidad y untuosidad, por estar embutida en tripa de cerdo natural, atada a mano y formando una especie de herradura, muy diferente de la clásica forma de la sobrasada mallorquina. En mi caso particular, tengo que decir que guardo un recuerdo muy agradable de la infancia cuando mi madre compraba en el Mercado Central de Valencia un embutido conocido como ‘marineta’. Para mí, en mi infantil ignorancia, aquello no era más que una sobrasada con una forma más alargada y fina. Años después descubrí que aquel manjar que de niño disfrutaba untado en el pan o en el plato después de un breve golpe de calor en la sartén era un manjar que procedía de la provincia de Alicante, en concreto de las comarcas de La Marina Alta y Baixa que le daban nombre.
Marineta de Carnicería Vicente Marco (L’Eliana).
La sobrasada alicantina o ‘marineta’ se produce en fábricas de embutidos y de manera artesanal en muchas carnicerías del norte de la provincia de Alicante y también del sur de la de Valencia. Disfrutar de ella es un verdadero placer y podéis hacerlo extendiéndola sobre una tosta con queso camembert y miel o simplemente untándola en el pan tras pasarla brevemente por la plancha. . . . . . . . . . . . Leer Mas
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