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sábado, 18 de febrero de 2023

Mi niñez alicantina en el recuerdo.

    Uno ve como pasa el tiempo sin poder remediarlo, y vamos acumulando muchos recuerdos los cuales nos acompañan siempre a lo largo de nuestra vida.

La niñez pura, es ese espacio de la vida, que te marca definitivamente en el largo futuro, y te hace resurgir del letargo de la vida diaria.

Siempre me viene a la mente las imágenes de las tardes sin fin jugando... a la pelota, a la cuerda, a la peonza y con el pan con chocolatina en la mano.

Y es en esos momentos en los que parecen infinitos en el tiempo, y que se nos escaparon, como arena de un reloj.

Siempre estará en mi mente el carromato con las barras de hielo, que siempre (y digo siempre) nos poníamos a su lado para cuando el señor repartidor cortaba un trozo recoger las briznas de hielo para degustar un trozo de frío hielo el cual nos parecía riquísimo.

Y que a veces desfiguramos el echo o la imagen a nuestro antojo, para poder contar a nuestros descendientes como con el poder de la mente, de visionar lo vivido, olvidando detalles, o incluyendo otros por interés para que la historia resulte de lo más interesante posible para los ojos de nuestros nietos.

Éramos una generación de chicos y chicas que crecimos con la EGB. Nuestras madres quitaban el polvo con "Centella", lavaban la vajilla con un bote blanco con el tapón naranja de "Mistol", al Jabón de "Marsella" le llamaban "Lagarto.

Nuestras bicis eran "BH" el que la tenía. Nos cortaban el pelo "a navaja". Todos veíamos sólo TVE, en blanco y negro aunque podíamos elegir entre el UHF y el VHF. Todos bebíamos gaseosa "La Casera" o "La Revoltosa".

Los hombres fumaban "Ducados" y los chicles eran "Cheiw" y los caramelos "PEZ". La gente dormía de miedo en los nuevos colchones "Pikolín" y el Athletic de Bilbao y la Real Sociedad ganaban las Ligas por pares hasta que a Butragueño le dio por enseñar los webos.

A Sabrina se le escapó una teta en la Gala de Nochevieja y en todo el país no se habló de otra cosa hasta el mes de Marzo. A Alaska le dejaban presentar un programa para entretenernos en la tele "LA BOLA DE CRISTAL" con la bruja Avería.

Una Señora le contaba a "Encarna de Noche" que se le quemaba el hijo en Alcobendas porque tenía las empanadillas haciendo la mili y nuestras mamas estaban pegadas a la radio con “Lucecita”. Una caja de 12 ceras de "Manley" era un buen regalazo de cumpleaños y por uno "color carne" eras capaz de matar.

Una bolsa de pipas de 1 duro era enorme y por una peseta te daban dos "Sugus" blanditos y deliciosos. Repartían Álbumes a las salidas de los colegios para engancharte a la colección. Los sobres de cromos costaban 5 pelas.

Las "María" eran "Fontaneda", los camiones "Ebro" y las furgonetas "DKV". El camión del butano tocaba la bocina y los críos nos hacíamos brechas en los hierros oxidados de los columpios del parque. En vez de un Magnum Almendrado, pedías un "polo de limón" y a veces, el chocolate era "La Campana de Elgorriaga".

Hubo muchas niñas cuya primera colonia fue "Chispas". Y no había cartones de leche en tetra brik, sino que la leche había que ir a por ella con la lechera y el detergente venía en tambores redondos. Nosotros viajábamos en coches sin cinturones de seguridad traseros, sin sillitas especiales y sin Air-bag.

No tuvimos puertas con protecciones, armarios o frascos de medicinas con tapa a prueba de niños, con lo cual siempre disponíamos de ellas.

Andábamos en bicicleta sin casco, ni protectores para rodillas ni codos. Los columpios eran de metal y con esquinas en pico. Pasábamos horas construyendo nuestros "vehículos" con rodamientos, sustituyendo a las ruedas para bajar por las cuestas y sólo entonces descubríamos que nos habíamos olvidado de los frenos. Después de chocar con algún árbol, aprendimos a resolver el problema. Nadie sufrió hernias ni dislocaciones de huesos.

Salíamos de casa por la mañana, jugábamos todo el día, y sólo volvíamos cuando se encendían las luces de la calle. Nadie podía localizarnos, no había móvil.

Eso si nos buscábamos maderas en los contenedores o donde fuera y hacíamos una caseta para pasar allí el rato. Nos rompíamos los huesos y los dientes y no había ninguna ley para castigar a los culpables. Nos habríamos la cabeza jugando a guerra de piedras y no pasaba nada, eran cosas de niños y se curaban con mercromina (roja) y unos puntos y al día siguiente todos contentos y al cole.

La mitad de los compañeros de clase tenía la barbilla rota o algún diente mellado, o alguna pedrada en la cabeza. Tuvimos peleas y nos partíamos la cara unos a otros y aprendimos a superarlo. Íbamos a clase cargados de libros y cuadernos, todo metido en una cartera sin ruedas ni nada por el estilo. Comíamos dulces y bebíamos refrescos, pero no éramos obesos. Si acaso alguno era gordo y punto.

Estábamos siempre al aire libre, corriendo y jugando. Compartimos botellas de refrescos y nadie se contagió de nada. Sólo nos contagiábamos los piojos en el colegio. Cosa que nuestras madres arreglaban lavándonos la cabeza con vinagre caliente.

Hicimos juegos con palos, botellas y balones de fútbol improvisados, y comimos pipas y, aunque nos dijeron que pasaría, nunca nos crecieron en la tripa ni tuvieron que operarnos para sacarlas.

Bebíamos agua directamente del grifo de las fuentes de los parques, agua sin embotellar, donde chupaban los perros!!! Íbamos a cazar lagartijas y pájaros con la escopeta de balines, o con el tirachinas, antes de ser mayores de edad y sin adultos, DIOS MÍO!!

Ligábamos con las chicas persiguiéndolas para tocarles el culo y no en un chat diciéndolas que son muy guay!!

Éramos responsables de nuestras acciones y arreábamos con las consecuencias. No había nadie para resolver eso. La idea de un padre protegiéndonos, si trasgredíamos alguna ley, era inadmisible, si acaso nos soltaban un guantazo o un zapatillazo y a callar.

Tuvimos libertad, fracaso, éxito y responsabilidad, y aprendimos a crecer con todo ello.

También estaba el afilador, que con su son tocaba rítmicamente su sonido característico para que nuestras madres le bajaran los cuchillos y las tijeras mientras todo el grupo de amigos lo perseguíamos calle por calle.

No tuvimos Playstations, Nintendo, vídeo juegos, 99 canales de televisión, películas en vídeo, sonido surround, móviles, ordenadores e Internet, pero nos lo pasábamos de lo lindo tirándonos globos llenos de agua y arrastrandonos por los suelos, destrozando la ropa.

Nosotros si tuvimos amigos. Quedábamos con ellos y salíamos. O ni siquiera quedábamos, salíamos a la calle y allí nos encontrábamos y jugábamos a las chapas, a la peonza, a las canicas, a la lima, al rescate, al escondite, al pilla pilla, al burrito andreano, a los cromos, a la comba, las gomas...., en fin tecnología punta...

Íbamos en bici o andando hasta su casa y llamábamos a la puerta. ¡Imagínense!, sin pedir permiso a los padres, ¡nosotros solos, allá fuera, en el mundo cruel!

!Sin ningún responsable!

¿Cómo lo conseguimos?

Y así, solemos repetir los escenarios con los que nos siguen, la vida siempre es una rueda con un fin triste y predeterminado, llena de recuerdos y vivencias exageradas por el paso del tiempo, desde la niñez al fin de nuestros días.

            Siempre estarán en mi recuerdo personas como el basurero, el sereno y un largo etc. de empleos ya desaparecidos y que las nuevas generaciones ni han conocido ni conocerán ya si no es por esa transmisión de recuerdos que solemos contar a nuestros nietos y como no viéndoles tocar a la puerta en vísperas de navidad para entregar una postal a cambio del aguinaldo.

            Esa niñez, la perdida, esa que todos llevamos dentro, y que siempre vuelve a nosotros para recordarnos que ya tenemos una edad solo para recordar lo acontecido en aquellos días y que un día también fuimos niños. Pero como seres humanos que somos siempre nos complace volver a esos felices momentos de nuestro pasado en el silencio de nuestra mente.

            Y en nuestro fuero interno seguimos jugando y jugando en la calle siendo casi más niños, a pesar de las cicatrices y golpes de la vida, y de los olvidos y caminos por donde nos conduce nuestra existencia y de esa gente que quedo en el camino y que nos ayudó a caminar por una maravillosa época de juegos en la calle.

 Ya que desde esta habitación de un hospital que no quiero recordar, cuando ya te dicen que tu vida en más corta de lo normal uno siempre viene a mi mente:

MI NIÑEZ RECORDADA.


Mi Niñez Recordada

PUBLICACION.. https://www.facebook.com/notes/raul-kokonaut/mi-ni%C3%B1ez-recordada/498538160276403
REDACTADO POR: Raul Kokonaut
REDACCION.. G&C Publicaciones
FOTOGRAFIA http://zamoranews.com/zamora-opinion/item/7397-facebook-nos-vuelve-a-recordar-que-fuimos-ninos

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